El especialista en temas de
educación León Trahtemberg explica en este artículo como mejorar la
concentración de los niños por medio de las técnicas de meditación:
Muchos educadores han
empezado a introducir la meditación budista o el yoga hindú en los cinco
minutos iniciales de sus clases, como una estrategia para lograr la atención
plena de los niños y lograr su regulación emocional. Mediante ejercicios de
meditación procuran reducir los estímulos externos al punto de “simplemente
estar” en una situación donde se encuentran solos con su propia mente, pudiendo
escuchar, sentir, observar, tocar aquello en lo que se está pensando, logrando
que el organismo reaccione como si lo que está pensando fuera real.
Una de las estrategias
usuales es la de centrarse en la respiración, trasladar la atención de la
cabeza al vientre (en el que no hay pensamientos) y dejarse llevar suavemente
por el vaivén del movimiento de la respiración y la conexión con los sentidos
(ver, escuchar, tocar, atender a las sensaciones, al cuerpo, a la postura, a la
mente). Otros ejercicios tienden a imaginar por ejemplo un “botón de
pausa" (que pueden "accionar" cuando lo deseen) o "Un lugar
seguro" (al que pueden transportarse cuando quieran o necesiten, y con
ello revivir las maravillosas sensaciones que allí los envuelven.
Lauren Cassani Davis, en su
columna When Mindfulness Meets the Classroom (The Atlantic 03 09 2015) explica
cómo la pedagogía occidental convencional se orienta a desarrollar la
inteligencia cognitiva expresada en puntajes del CI y habilidades académicas,
dejando de prestar atención al estrés que desde edades tempranas produce una
cascada de efectos psicológicos y neurológicos negativos. Es un sistema que
deja de cultivar la inteligencia no cognitiva que está en la base del buen
carácter, la resiliencia y la realización personal a lo largo de la vida.
Ejercitarse en el
Mindfulness (atención plena) es un
intento por cruzar ese tabique divisorio. Sin embargo, también puede tener
efectos positivos en los profesores, para prevenir su agotamiento y hartazgo
(“burn out”) que conduce al estrés, anomia y abandono de la profesión. La
alerta emocional, las técnicas de regulación de emociones, el manejo del
estrés, la administración de su tiempo, incorporados a su formación o
actualización docente, podrían tener un efecto ulterior en su relación con los
alumnos. Su ejercitación suele lograr la reducción del estrés, mejores
conexiones con los alumnos y mayor satisfacción con el trabajo. Fuente: Diario Los Andes
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