"El estilo de vida de
los jóvenes en Estados Unidos sigue empeorando, en especial comparado con el de
hace cincuenta años", indicó en un simposio Darcia Narváez, profesora de
psicología que se especializa en el desarrollo moral de los niños y la forma en
que las experiencias tempranas pueden influir el desarrollo del cerebro.
"Algunas prácticas y
creencias equivocadas se han tornado en lugares comunes de nuestra cultura
como, por ejemplo, el uso de "fórmulas" infantiles para la
alimentación de los bebés, el aislamiento de los infantes en sus propios
dormitorios, o la creencia de que, si se responde demasiado rápido a las quejas
del bebé, se le "acostumbra mal"", dijo Narváez.
La nueva investigación
vincula ciertas prácticas tempranas de la crianza -que son comunes en las
sociedades de cazadores y recolectores- con resultados emocionales saludables y
específicos en la edad adulta.
"El amamantamiento de
los bebés, la respuesta cuando lloran, el contacto físico casi constante y el
que haya varios adultos que se ocupan de la crianza son algunas de las
prácticas de crianza ancestrales que han demostrado su impacto positivo en el
desarrollo del cerebro, lo cual no sólo moldea la personalidad sino que ayuda
además en la salud física y el desarrollo moral", dijo Narváez.
Los estudios, añadió,
muestran que la respuesta a las necesidades del infante, sin dejarlo que
"se canse de llorar", influye en el desarrollo de la conciencia, y
que el contacto físico positivo afecta la reacción al estrés, el control de los
impulsos y la empatía.
Del mismo modo, según esta
investigadora, el juego libre en un ambiente natural influye en las capacidades
sociales y el manejo de la agresión, y cuando hay todo un grupo de personas que
proveen el cuidado, más allá de la madre sola, mejora el cociente intelectual.
Narváez afirmó que Estados
Unidos ha ido en el sentido contrario en todos estos aspectos del cuidado
infantil.
En lugar de estar aupados,
los niños permanecen más tiempo en sus carritos, asientos para el automóvil y
otros aparatos. Sólo alrededor del 15 por ciento de las madres amamanta a
sus bebés y las que lo hacen no van más allá de unos 12 meses; las
familias están fragmentadas y ha disminuido el tiempo que padres y madres
permiten que sus hijos jueguen.
Narváez señaló que otros miembros
de las familias y los maestros pueden tener un impacto benéfico cuando el niño
se siente seguro en su presencia.
"El hemisferio derecho
del cerebro, que gobierna gran parte de la autorregulación, la creatividad y la
empatía, puede crecer a lo largo de toda la vida", añadió. "Ese
hemisferio crece robusto con experiencias que involucran a todo el cuerpo, como
los juegos de "lucha", la danza y la creación artística libre",
explicó. Fuente: RPP Noticias
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